MIGUEL DELIBES
Hace 100 años nació en nuestra ciudad. Y, a lo largo de su enorme obra,
por cantidad y calidad, nos dejó fragmentos como éste:
"Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullían muchas dudas en la
cabeza a este respecto. Él creía saber cuanto puede saber un hombre. Leía de
corrido, escribía para entenderse y conocía y sabía aplicar las cuatro reglas.
Bien mirado, pocas cosas más cabían en un cerebro normalmente desarrollado. No
obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, según decían,
de siete años y, después los estudios superiores, en la Universidad, de otros
tantos años, por lo menos. ¿Podría existir algo en el mundo cuyo conocimiento
exigiera catorce años de esfuerzo, tres más de los que ahora contaba Daniel?
Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo -pensaba el Mochuelo- y, a
fin de cuentas, habrá quién, al cabo de catorce años de estudio no acierte a
distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y
caprichosa."
El camino
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