jueves, 22 de diciembre de 2016

Librerías en Valladolid



Valladolid, una ciudad de librerías
De fondo, de novedades, de cuentos, de cómics, de viejo, de idiomas.   Si algo sorprende al bibliófilo visitante es la variedad de tiendas del saber

VICTORIA M. NIÑO | VALLADOLID
11 noviembre 201610:08
En el centro de Valladolid, aún se puede ‘ir de librerías’. Aunque ni las nuevas superficies comerciales ni la calle Santiago las contemple –territorio Inditex–, la pluralidad de estos establecimientos llama la atención de cualquier visitante atento. El Día de las Librerías quiere reconocer la labor del librero y la trascendencia de las tiendas que venden saber. Este viernes es su fiesta, una invitación a los menos asiduos a perderse por esas estanterías, a adivinar la lógica de la cartografía que las rige y, en caso de pérdida, pedir ayuda al guía que espera discreto tras el mostrador.
Hay quien entra con prisa en Margen y pregunta por un libro azul. No sabe lo que quiere, solo el color, y así no hay forma, dice Miguel. Mejor estar dispuesto a perder un poco de tiempo. Si anda por allí Manuel Cambronero, cualquier duda deviene en sorprendente conferencia. Es el librero más veterano de la ciudad, laureado en la Feria del Libro, y sus recomendaciones pueden ser infinitas.
La veteranía señera la lucía Pepe Relieve y su librería del mismo nombre en la calle Cánovas del Castillo. Ese local fue durante los sesenta y los setenta casa de periodistas, pintores, abogados y médicos, la rebotica donde se hablaba de casi todo. Villalar y Lara completan el trío de las librerías que despidieron la Transición y fueron sucedidas por la citada pluralidad actual.
De Margen, que antes de estar en Enrique IV moró en una esquina de Santuario, a la Plaza del Salvador. Allí hay dos, Sandoval y Oletvm. La primera abraza entre ladrillos envejecidos y maderas oscuras cientos de libros ordenados, con especial atención a la historia y la filosofía. La frecuenta algún premio Cervantes que deja allí sus aperos, cuando viene a la ciudad. Luce un poema suyo en una columna. Se titula ‘El precio’, lo firma Jiménez Lozano. Hay fotografías de autores cercanos para Miguel y su concurrencia. Sandoval tiene otra sede en la Plaza de Santa Cruz, que en verano, atiende a los cinéfilos del curso de la UVA ofreciendo libros de temporada del séptimo arte.
Volviendo a la Plaza del Salvador, Oletvm es un escenario habitual de presentaciones, con Gustavo Martín Garzo de padrino. Allí Estrella se esmera por atrapar a los viandantes ante sus escaparates de novedades. Y eso que los libros más espectaculares, los de los niños, colorean la versión junior, en la calle Teresa Gil.
En la siguiente plaza, calle Felipe Neri, hay una librería con fachada de casa de Hansel y Gretel. Es Clares, donde Fernando Mateos trajina en un dúplex de libros en el que conviven novedades con un multidisciplinar fondo. De allí hacia la Catedral, con parada obligada en la calle Cascajares. Lo que hoy es el almacén de la taberna La Cárcava, durante la última década del siglo XX y hasta el verano de 2001 fue la librería más pequeña de la ciudad. Alkitabia era a los libros lo que el Groucho a las películas. Emilio Cimas, el librero tranquilo, fue atrayendo a un grupo de fieles dispuestos a darse la vez, a entrar de uno en uno en aquel diminuto local. Sus estanterías lucían joyas, algunas sonoras. Cimas dejó de vender libros para sumergirse en la filología y pasó la silla a Alberto. Cuando decidieron cerrar, los habituales celebraron ‘El último encuentro’, como el de Márai que habían leído por la recomendación boca-oído en aquel insólito club.
Subiendo hacia la calle Arribas, ahí está otra pequeña librería, esta de viajes, con nombre de bergantín darwiniano. Belén González comanda el Beagle libresco, lleno de guías y exóticas travesías chatwinianas. Torciendo a la derecha, en la calle Fray Luis de León está la librería más internacional, Eurobook para quien quiera leer a Harry Potter, Houellebecq o Herta Müller en sus lenguas maternas. Y en la otra acera, Maxtor suma a las novedades su edición de facsímiles y una permanente exposición de libros antiguos y de ocasión. Algunos de los mejores títulos de la editorial Ámbito fondean allí. Cualquier duda, preguntar a Luis.
En un bosque de hojas es la librería de la esquina, donde Ana y Samuel representan la sangre nueva del gremio. Sus escaparates son teatros monográficos a los que es fácil engancharse.
Una última parada antes de dejar las inmediaciones de Santa Cruz, precisamente en la calle de Librería. Allí está A pie de página, donde Quique Señorans vive entre versos y códigos de legislaciones varias. Frente a la Facultad de Derecho, era lógico especializarse en ese mundo aunque los viernes se transmuta en escenario de lecturas poéticas. No muy lejos está El árbol de las letras, la librería de Soraya y su hermana que han fidelizado a buena parte del mundo académico vallisoletano.
Un mapa especial requieren las dos librerías especializadas en tebeos, la multidisciplinar Castilla Cómic –casi frente a Beagle– y la Parada de los Cómics, que se mudó este verano de la calle Sierpe a la calle Acibelas. Es probable encontrar allí al laureado dibujante vallisoletano David Aja (seis premios Eisner en su haber).
Fuera del circuito, en la calle Paulina Harriet crea cantera de lectores El lobo feroz. La librería dedicada al público infantil que dirige Lola Tejada alimenta la imaginación de los pequeños cada fin de semana con cuenta cuentos y otras actividades. Tomó el relevo de la Rayuela de Charo Vergaz y sumó el encanto de otra recoleta librería, La boutique del cuento, que ha dejado huérfana de álbumes la calle Duque de Lerma.
Por si la ciudad se le queda corta, al visitante que busca libros, Urueña acoge la Villa del Libro. Pero antes de que esta existiera, ya había abierto librería Jesús, que se vino de la madrileña Tienda Verde (Madrid) a Alcaraván. Una decena de locales han seguido su estela.
Valladolid es también ciudad de vinos y tapas, merecidos tras este largo viaje de papel.





viernes, 2 de diciembre de 2016

Eduardo Mendoza, Premio Cervantes 2016 por "enriquecer el legado literario hispano"

El escritor barcelonés ha sido reconocido con el premio más importante de las letras castellanas

30.11.2016 | 22:59
El novelista Eduardo Mendoza. 

Bibliografía destacada

  • 1975: La verdad sobre el caso Savolta
  • 1978: El misterio de la cripta embrujada
  • 1986: La ciudad de los prodigios
  • 1991: Sin noticias de Gurb
  • 2001: La aventura del tocador de señoras (3ª novela de la serie del detective anónimo)
  • 2002: El último trayecto de Horacio Dos
  • 2010: Riña de gatos. Madrid 1936 (Premio Planeta)
  • 2012: El enredo de la bolsa y la vida (4ª novela de la serie del detective anónimo)
  • 2015: El secreto de la modelo extraviada (5ª novela de la serie del detective anónimo)
El escritor Eduardo Mendoza ha ganado hoy el Premio Cervantes 2016, el galardón más prestigioso de las letras españolas, por su literatura "llena de sutilezas e ironía", según ha destacado el jurado del autor barcelonés, reconocido por el gran público y la crítica desde los inicios de su carrera, en 1975.
Fue ese año cuando Mendoza (Barcelona, 1943) publicó "La verdad sobre el caso Savolta", una novela, Premio de la Crítica, que inauguró "nueva etapa en la narrativa español" devolviendo al lector "el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta", según ha puesto de manifiesto el jurado.
Desde entonces, Mendoza suma en su biografía 15 novelas, dos libros de relatos, dos obras de teatro y cuatro ensayos y se ha convertido a sus 73 años en todo un clásico la narrativa española, un clásico moderno con gran éxito entre el público y la crítica.

Un éxito que le ha acompañado con obras como "El misterio de la cripta embrujada" (1979), "El laberinto de las aceitunas" (1982) o "La ciudad de los prodigios" (1986), una monumental novela sobre la Barcelona de finales del siglo XIX.
A estos libros le seguirían "Sin noticias de Gurb" (1991); "El año del diluvio" (1992); "Una comedia ligera" (1996) o "La aventura del tocador de señoras" (2001), entre otras.
Cuatro votaciones han sido necesarias para que los miembros del jurado decidieran hoy el nombre del ganador del Cervantes, dotado con 125.000 euros y que ha cumplido de nuevo la ley "no escrita" del galardón, reparte alternativamente el premio entre Latinoamérica y España, después de que el año pasado recayera en el mexicano Fernando del Paso.
El fallo ha sido anunciado por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, en una rueda de prensa en la que ha expresado su alegría también como lector y se ha mostrado convencido de que habrá "cantidad de lectores satisfechos"...