Valladolid,
una ciudad de librerías
De fondo, de novedades, de cuentos, de
cómics, de viejo, de idiomas. Si algo sorprende al bibliófilo visitante es
la variedad de tiendas del saber
11 noviembre 201610:08
En el centro de
Valladolid, aún se puede ‘ir de librerías’. Aunque ni las nuevas superficies
comerciales ni la calle Santiago las contemple –territorio Inditex–, la
pluralidad de estos establecimientos llama la atención de cualquier visitante
atento. El Día de las Librerías quiere reconocer la labor del librero y la
trascendencia de las tiendas que venden saber. Este viernes es su fiesta, una
invitación a los menos asiduos a perderse por esas estanterías, a adivinar la
lógica de la cartografía que las rige y, en caso de pérdida, pedir ayuda al
guía que espera discreto tras el mostrador.
Hay quien entra con prisa en Margen y pregunta por un
libro azul. No sabe lo que quiere, solo el color, y así no hay forma, dice
Miguel. Mejor estar dispuesto a perder un poco de tiempo. Si anda por allí
Manuel Cambronero, cualquier duda deviene en sorprendente conferencia. Es el
librero más veterano de la ciudad, laureado en la Feria del Libro, y sus
recomendaciones pueden ser infinitas.
La veteranía señera la lucía Pepe
Relieve y su librería del mismo nombre en la calle Cánovas del
Castillo. Ese local fue durante los sesenta y los setenta casa de periodistas,
pintores, abogados y médicos, la rebotica donde se hablaba de casi todo.
Villalar y Lara completan el trío de las librerías que despidieron la
Transición y fueron sucedidas por la citada pluralidad actual.
De Margen, que antes de estar en Enrique
IV moró en una esquina de Santuario, a la Plaza del Salvador. Allí hay dos, Sandoval
y Oletvm. La primera abraza entre ladrillos envejecidos y maderas oscuras
cientos de libros ordenados, con especial atención a la historia y la
filosofía. La frecuenta algún premio Cervantes que deja allí sus aperos, cuando
viene a la ciudad. Luce un poema suyo en una columna. Se titula ‘El precio’, lo
firma Jiménez Lozano. Hay fotografías de autores cercanos para Miguel y su
concurrencia. Sandoval tiene otra sede en la Plaza de Santa Cruz, que en
verano, atiende a los cinéfilos del curso de la UVA ofreciendo libros de
temporada del séptimo arte.
Volviendo a la Plaza del Salvador, Oletvm
es un escenario habitual de presentaciones, con Gustavo Martín Garzo de
padrino. Allí Estrella se esmera por atrapar a los viandantes ante sus
escaparates de novedades. Y eso que los libros más espectaculares, los de los
niños, colorean la versión junior, en la calle Teresa Gil.
En la siguiente plaza, calle Felipe Neri,
hay una librería con fachada de casa de Hansel y Gretel. Es Clares,
donde Fernando Mateos trajina en un dúplex de libros en el que conviven
novedades con un multidisciplinar fondo. De allí hacia la Catedral, con parada
obligada en la calle Cascajares. Lo que hoy es el almacén de la taberna La
Cárcava, durante la última década del siglo XX y hasta el verano de 2001 fue la
librería más pequeña de la ciudad. Alkitabia era a los libros
lo que el Groucho a las películas. Emilio Cimas, el librero tranquilo, fue
atrayendo a un grupo de fieles dispuestos a darse la vez, a entrar de uno en
uno en aquel diminuto local. Sus estanterías lucían joyas, algunas sonoras. Cimas
dejó de vender libros para sumergirse en la filología y pasó la silla a
Alberto. Cuando decidieron cerrar, los habituales celebraron ‘El último
encuentro’, como el de Márai que habían leído por la recomendación boca-oído en
aquel insólito club.
Subiendo hacia la calle Arribas, ahí está
otra pequeña librería, esta de viajes, con nombre de bergantín darwiniano.
Belén González comanda el Beagle libresco, lleno de guías y
exóticas travesías chatwinianas. Torciendo a la derecha, en la calle Fray Luis
de León está la librería más internacional, Eurobook para quien quiera leer a
Harry Potter, Houellebecq o Herta Müller en sus lenguas maternas. Y en la otra
acera, Maxtor suma a las novedades su edición de facsímiles y una permanente
exposición de libros antiguos y de ocasión. Algunos de los mejores títulos de
la editorial Ámbito fondean allí. Cualquier duda, preguntar a Luis.
En un bosque de hojas es la librería de
la esquina, donde Ana y Samuel representan la sangre nueva del gremio. Sus
escaparates son teatros monográficos a los que es fácil engancharse.
Una última parada antes de dejar las
inmediaciones de Santa Cruz, precisamente en la calle de Librería. Allí está A
pie de página, donde Quique Señorans vive entre versos y códigos de
legislaciones varias. Frente a la Facultad de Derecho, era lógico
especializarse en ese mundo aunque los viernes se transmuta en escenario de
lecturas poéticas. No muy lejos está El árbol de las letras, la librería de
Soraya y su hermana que han fidelizado a buena parte del mundo académico
vallisoletano.
Un mapa especial requieren las dos
librerías especializadas en tebeos, la multidisciplinar Castilla Cómic –casi
frente a Beagle– y la Parada de los Cómics, que se mudó este verano
de la calle Sierpe a la calle Acibelas. Es probable encontrar allí al laureado
dibujante vallisoletano David Aja (seis premios Eisner en su haber).
Fuera del circuito, en la calle Paulina
Harriet crea cantera de lectores El lobo feroz. La librería
dedicada al público infantil que dirige Lola Tejada alimenta la imaginación de
los pequeños cada fin de semana con cuenta cuentos y otras actividades. Tomó el
relevo de la Rayuela de Charo Vergaz y sumó el encanto de otra recoleta librería,
La boutique del cuento, que ha dejado huérfana de álbumes la calle Duque de
Lerma.
Por si la ciudad se le queda corta, al
visitante que busca libros, Urueña acoge la Villa del Libro. Pero
antes de que esta existiera, ya había abierto librería Jesús, que se vino de la
madrileña Tienda Verde (Madrid) a Alcaraván. Una decena de locales han seguido
su estela.
Valladolid es también ciudad de vinos y tapas, merecidos tras este largo
viaje de papel.
Puedes ver el mapa en: http://www.elnortedecastilla.es/culturas/libros/201611/11/valladolid-ciudad-librerias-20161109221042.html